viernes, 19 de noviembre de 2010

Nos vemos el sábado

viernes, 5 de febrero de 2010

ILHA GRANDE




"Señor, si existe un Paraíso en la Tierra no debe estar muy lejos de aquí" dicen que exclamó Américo Vespucio al contemplar la bahía de Ilha Grande.
Este fue nuestro último destino de este gran viaje. Desde luego la guinda perfecta.

Repleta de historias y leyendas reales e inventadas: primero fue guarida de piratas (no se me hizo difícil imaginarlos recorriendo las playas paradisíacas, pasando entre la vegetación tropical, a través de la montaña, buscando recovecos en las cascadas para guardar su botín...)
Después se convirtió en una leprosería. Y más tarde en una cárcel de alto riesgo. Un penal en la playa de Pernaioca, que cerró hace relativamente muy poco: en 1994. Lo que ayudó a que se mantuviera bastante virgen. De hecho, no hay coches en toda la isla.
Estuvimos 4 días y 3 noches, entre caminatas y paseos en barco a playas como Dos rios, Lopes Mendes, Praia preta...
Un paraíso repleto de todo lo que podría necesitar: fiesta, música, baños en aguas cristalinas, intercambio cultural, risas, bailes, caipirinhas...
¿No está mal para terminar, no creeis?





PARATY

Paraty es una pequeña ciudad colonial. Antes fue la escala marítima entre Portugal y Minas Gerais por lo que el paso de oro, piedras preciosas, sedas y especias, la convirtió en poseedora del puerto más importante del siglo XVIII. Posee calzadas irregulares, adoquinadas con piedras llamadas pé de moleque (pie de bribonzuelo), viejas mansiones coloniales y cañones del siglo XVIII como último vestigio.
Eso dice mi guía. Yo digo: Paraty es puro color. Un pueblecito encantador como esos que se convierten en foco de un turismo no buscado; personas que encuentran en él cierta magia y aires de libertad. Paraty es otro de los Macondos que hay dispersos en el mundo.


Apunte para la próxima vez: dormir en "Trindade". Este espacio protegido de playas preciosas fue un visto y no visto. Nos dijeron que la marcha de esta zona de noche es increíble. Una especie de Caños de Meca pero a lo brasilero.

RIO DO JANEIRO

Conocida como "cidade maravilhosa", Río me dio una bofetada con la mano abierta en el preciso instante en que la pisé.
Desperté después de dieciocho horas de autobús y aún adormilada, cogí el saco, la mochila y salí hacia la puerta del autobús. Por el pasillo, vimos a un mochilero, rubísimo, con unos rizos y carita de ángel dormido. Le despertamos:

-¡Eh, ya hemos llegado, esto es Río!

Se sobresaltó, pobre, y reímos nosotras, divertidas, dejándolo atrás.
Aún en la estación, frente a otro autobús local que se supone nos llevaba al hostel estábamos preguntando conexiones y tiempos a diferentes trabajadores. De pronto, algo sucede a mi alrededor, un gran alboroto de gritos, movimiento y malos presagios. Miré a mi alrededor y vi a Luisa detrás mía, bien, pensé y busqué al frente a Raquel. Entonces, ni a un metro de mí, en el suelo ví una pierna blanca pataleando y luchando por levantarse:
-¡Raquel!- grité aterrorizada y me incliné. Fue entonces cuando me percaté de que no era ella, que Raquel estaba al frente, inmóvil y asustada como todos. Y también me quedé allí petrificada, viendo cómo sucedía. Cómo aquella pelea de perros, donde ese hombre sucio y rastrero, jalonaba y buscaba emtre bolsillos interiores, mordía y enseñaba el colmillo de la pobreza a un querubín rubio, todavía adormilado que se defendía como podía.
Finalmente, llegó la seguridad, que practicamente no hizo nada y el hombre-perro se levantó pausadamente, mascullando y molesto se marchó insatisfecho, pues le habían perturbado en su acción incompleta.
Cuando ví a aquel chico levantarse con sus piernas temblorosas y con el rostro desvaído, me entraron unas arcadas impresionantes, sólo quería maldecir, escupir, llorar rabia.
Quise irme de allí corriendo, pero mis piernas eran rocas y mi mente un torbellino. Entonces sin saber porqué a mi mente volvió aquella frase: "en Brasil, el hambre no es una figura literaria".
Y me invadió una fría tranquilidad.
También esperé por ver la otra cara de Río. Y la ví ¡Bueno si la ví!
Río es la ciudad que más me ha marcado de este viaje. Entiendo porqué se ha escrito tantísimo sobre ella, porqué se le ha cantado y homenajeado tanto. Río es una locura, sólo comprensible cuando se vive. Río, también y sobretodo se entiende de la mano de los cariocas.
Cuando dejé la ciudad, camino a Paraty, leí en la guía de lonely:
"¡Beware! When you leave Rio you can have a strong feeling of saudade".
¡Qué gran verdad!

BAR DO ARANTE (¡Cómo gasto papeles...!)

Dicen que es uno de los establecimientos más singulares de todo Brasil.
También dicen de su historia que en la década de los 70, la playa se puso de moda entre mochileros de São Paulo y Rio Grande do Sul. Para avisar a los amigos, los jóvenes que ya habían llegado a Pântano do Sul y que estaban acampados en las cercanías, dejaban notas colgadas en las paredes del bar do Arante. Y son esas notas, que ocupan hasta el último milímetro de las paredes y techos del bar (que no es pequeño) las que han dado lugar a su fama por todo Brasil y allende las fronteras. Se han contado ya más de 70.000 notas, y se llegó a escribir un libro sobre el asunto e innumerables reportajes.
En el menú podías ver fotografías antiguas y leer la historia del restaurante (traducido al español y transcrito de mi memoria, era algo así):
"Hace unos años recibimos una carta de un cliente que decía:
Traje a un buen amigo extranjero al Bar do Arante. Al terminar de almorzar, mi amigo habló satisfecho:
-¡Este es el mejor pirão (caldo de pescado) del mundo!
A lo que yo respondí:
-No, amigo mío. Si quieres probar el mejor pirão del mundo tendrás que ir Islandia.
-¿Perdón?- replicó él
- Deja que te cuente...si quieres probar el mejor pirão del mundo, tendrás que coger un vuelo hasta Ámsterdam, ya que no hay compañías que vayan directa a Islandia. De ahí podrás volar hasta Reykjavik, coger un tren al norte y luego alquilar trineos y hacerte acompañar por algún guía, para adentrarte unos 50 km hasta un pueblecito de esquimales, donde sólo hay un restaurante pequeñito, en un iglú. Ahí amigo mío, probarás el mejor pirão que existe en la tierra.
-Pero, ¿cómo..?
- Pues hace bastante tiempo, una expedición de aventureros brasileños en Islandia, se encontró sumergida en una tormenta de nieve. En esas condiciones precarias y cuando estaban al borde de la extenuación, encontraron a un pescador, un esquimal que les llevó a su casa, donde su familia les acogió, les reconfortó y ayudó a que volvieran a entrar en calor, descansar, etc.
En agradecimiento, los expedicionarios, se ofrecieron a preparar la cena para la familia. Prepararon "peixe con pirão" y enseñaron la receta a la familia, que a su vez habían aprendido de un bar y restaurante en Pantano do Sul, Florianópolis., un restaurante llamado Bar do Arante.
Así que amigo mío, si quieres probar el mejor pescado fresco del polo norte con pirão, ya sabes. Pero si no puedes llegar hasta allí, tienes razón: este es el mejor pirão del mundo después de aquel.

jueves, 28 de enero de 2010

FLORIANÓPOLIS


Barco hasta Paranaguá y autobús hasta la estación principal de Floripa. En mitad del trayecto, el autobús para y la gente se baja. No nos enteramos de nada y bajamos también. Asombradas advertimos que estamos sobre la plataforma de un carguero (autobús incluido) y cruzando hasta otra parte de un canal. Raquel, nombrada con cargo desde el primer día por su concienzuda y precisa labor de orientación, estaba atacada moviendo papeles y mascullando:
-Pero, pppero...¡Esto no estaba en ninguna guía!
Nos moríamos de risa.
Santa Catarina es una isla bastante grande y fue destino favorito de argentinos tiempo atrás. Aún hoy el sitio está plagado de ellos y numerosos establecimientos son dirigidos o propiedad de los mismos.
Pasamos dos noches en la parte sur de la isla: Costa da dentro. La "pousada do Pirata" fue donde moramos.
La zona es mucho más tranquila que el centro de la isla pero para mí también más bonita.
El hostel para haceros una idea, lo definió esa chica de la derecha, con sus rastas y tó, como:
- Demasiado hippy para mí.
Así que imaginaros.
Aunque a nosotras nos encantó con ese bar con cuenta abierta (susto al irnos, que siempre pagábamos más por la cuenta del bar que por alojamiento), sus caipirinhas, sus pizzas baratísimas, poníamos la música que qeríamos, salimos de marcha con los dueños y todos los inquilinos, apenas cruzamos palabra con un par de cucarachas...
La excursión a las cachoeiras fue también todo un acierto:
Después de tres horas de caminata por el bosque subiendo y bajando caminos, con tormentas de verano que refrescaban un poco, llegamos a un ramal del camino que te llevaba a unas cataratas en las que podías bañarte.


Después del chapuzón y hacer el mono un rato seguimos caminando hasta un pueblecito de pescadores famoso por sus ostras. A no encontrar la parte de restaurantes, seguimos un cartelito mu shico y escrito a mano que decía "restaurante". El sitio en cuestión era una casa sobre un humilde embarcadero encima del mar. Alrededor de éste, colgaban las redes de mariscos, bateas o como se llamen. El señor que regentaba el sitio era un abuelo adorable y amabilísimo que nos sirvió el mejor rissoto de mariscos que he probado nunca.

En Santa Catarina en total estuvimos 6 días y 5 noches, las últimas fueron en el centro de la isla Barra da Lagoa, donde había más marcha y donde disfrutamos de ratos de playa, relax y pudiendo compatir experiencias con la gente que íbamos conociendo. ¡Cómo hecho de menos Brasil!

lunes, 25 de enero de 2010

ILHA DO MEL


Llegamos después de 2 horas en barco a Ilha do Mel desde Paranaguá, esa ciudad que sale en la foto.

Los pies tambaleaban no sabía ya si era del vaivén de las olas, del equilibrio de a mochila o de la sensación de flotabilidad en mi imaginación.

El puerto es sucio y lleno de trastos. Los bares y establecimientos se amontonan en la arena y la gente sentda en los porches o en sillas de playa a la puerta de sus cabanias, me hicieron recordar esa costumbre andaluza, tan nuestra.

Un par de conciertos durante las cenas y un paseo más allá de la playa de Encantadas, pasando e mar de fora hacia la fortaleza que lamentablemente, Lucilia, no pudimos ver a pesar de tu recomendación; primer intento porque la marea estaba muy alta y segundo quedamos a la mitad del camino por falta de tiempo.

Por la mañana temprano flipaba pensando:


- Dios mío! estoy desayunando en la orilla de una isla preciosa con la vegetación tropical detrás de mi espalda y en el otro lado del mundo.


Para ser justos, y no poneros los dientes tan largos , que no todo es tan bucólico: las avispas alrededor de la papaya no eran agradables.

Sólo un día y dos noches en la isla porque la humedad y las llucias de verano, tampoco ayudaron a alargar los días, así que tuvimos que ir hacia nuestro siguiente destino: Florianópolis.

Pero está claro que Ilha do Mel tiene magia...